domingo, 9 de noviembre de 2008

La construcción del universo femenino: el comportamiento personal y social de las mujeres en el Libro de Silence - Laura Sólimo

En el presente trabajo, presentaré un esbozo sobre el universo femenino en el Libro de Silence, obra de Heldris de Cornualles, de la segunda mitad del siglo XIII. En él, Silence, su protagonista, debe ser criada como hombre, para poder eludir una ley real que prohibe que las mujeres hereden, debido a un episodio en el cual la acusación recae injustamente sobre dos hermanas gemelas. A partir de la temática propuesta, entonces, se pueden rastrear en el texto la construcción textual del universo femenino y las principales consideraciones que se realizan al respecto.

El trabajo tiene como principal fundamento el análisis de las figuras femeninas del Libro de Silence teniendo en cuenta la construcción textual de las ambigüedades que se suscitan en torno a estas figuras y las estrategias mediante las cuales se suceden los eventos de integración y oposición al orden personal y social.

Un orden personal que refleja el espacio cerrado, privado. Y un orden social, o público, que está en relación con el rol social que desempeñan, y la manera en que establecen un comportamiento acorde o no con lo esperable socialmente. La relación entre estos dos órdenes marca la diferencia entre Eufeme, la Reina, Eufemie, la madre de la protagonista, y Silence. A partir de estas diferencias, surgen puntos de inflexión en la elaboración de las distintas figuras femeninas de este relato.

Será importante no realizar una lectura reduccionista de la conformación de estos personajes, que contemple solamente puntos de vista fragmentarios e incompletos. No pretendo agotar el análisis en un mero estudio de género, ya que entrarán en juego en el estudio categorías textuales que den cuenta de los procedimientos discursivos, por encima de las consideraciones genéricas que puedan realizarse. El trabajo sí apuntará a establecer pautas de análisis en el interior de este relato, con el fin de dar luz sobre las diferentes consideraciones relativas a las figuras femeninas principales, su relación con el orden social y el universo masculino, y las estrategias textuales mediante las cuales está construido el carácter femenino. Pretenderé ofrecer puntos clave que permitan luego profundizar el estudio acerca de esta temática.

A partir de un artículo de Danielle Régnier-Böhler, titulado “Femme / Faute / Fantasme”, se puede comenzar a configurar los principales pilares que estructurarán este trabajo. Cito:

“Prendada de una imagen narcisista de sí misma que penetra abusivamente el espacio del grupo, utilizando, por lo tanto, una estrategia como de mal de ojo, la mujer perturba profundamente el orden comunitario.” (1986: 480. Traducción y bastardillas mías.)

La relación entre la imagen que la mujer desarrolla de sí misma y su comportamiento social será uno de los puntos que ahondaré en los casos particulares dentro del Libro de Silence. Respecto de las tres figuras femeninas principales que se presentan en este texto es posible llevar a cabo observaciones relativas a su imagen personal y las marcas textuales que indican su desenvolvimiento social y que configuran las ambigüedades, los engaños y las máscaras que constituyen las características principales de estos personajes. El comportamiento social surge como consecuencia del quiebre entre la autoconciencia personal y el componente social. Recurriré al término social a la hora de articular la conducta de los distintos personajes con el entorno en el cual se desarrollan como individuos.

Otro trabajo que resultó productivo para la elaboración de este artículo es el de Edith Joyce Benkov titulado “Language and women. From Silence to Speech”. Este artículo presenta una base para analizar el uso de la palabra, y su importancia en la configuración del universo femenino. Desde el título de la obra y el nombre de las protagonistas femeninas, la palabra, la voz y los silencios tienen incidencia en su comportamiento o bien son reflejo del mismo. Los nombres funcionan como marca textual que prefigura el comportamiento de las mujeres. Peter Allen, en su artículo sobre la ambigüedad del Libro de Silence y las maneras en que la misma se presenta en el texto, realiza una observación al respecto, indicando que la discusión acerca del nombre de la heroína es un punto de arranque en el análisis del tratamiento del lenguaje. El nombre se comporta más como un símbolo que como un nombre real propio. Los nombres de Eufeme y Eufemie pueden ser analizados etimológicamente[i] y de ese análisis se desprenden características particulares que se verán expresadas en su comportamiento.

Joyce Benkov expone la relación del universo femenino con las imposiciones que son ejercidas sobre su voz:

“(...) a) cuanto menos hable una mujer, mejor será vista y b) cuando una mujer habla, su elección de vocabulario y tema son igualmente importantes.” (1989: 246. La traducción es mía.)

La palabra, entonces, resulta el nexo de unión entre el orden personal y el orden social. Las mujeres se construyen en el texto a través de sus discursos y su capacidad de utilizar la palabra para llevar a cabo sus acciones.

En el interior del texto se hallan comentarios sobre la importancia del funcionamiento de la voz femenina realizados, en su mayoría, por el narrador, que se configura como voz social autorizada:

“El buen sentido de la mujer se halla en guardar silencio.” (LS[ii]: 132)

Expondré algunos puntos relevantes de la construcción de cada uno de estos personajes femeninos, para sacar conclusiones constructivas sobre el tema principal: la oposición e integración al orden, desde la relación entre orden personal, orden social y las estrategias textuales de encubrimiento y ambigüedad.

Silence, Eufeme y Eufemie responden a distintos modelos femeninos. Desde el tratamiento que el narrador hace de la figura de cada una de estas damas, hasta las estrategias que se tejen en torno a ellas, sus atributos textuales configuran patrones de análisis y confrontación.

La división del orden en dos sentidos contribuye a resaltar las particularidades: el orden personal que responde al universo propio de cada mujer, y el orden social, que representa la recepción social, dentro de la obra, de sus acciones y estrategias.

Esta trilogía de personajes, entonces, concentra los matices que pueden analizarse a la hora de abordar el universo femenino y sus particularidades.

En primer término, me centraré en la figura de Eufemie, quien representa la palabra justa.

Eufemie responde al modelo de la esposa que acompaña y lleva a cabo las ideas impuestas por el hombre. Su relación con Cador tiene gradaciones que pueden contribuir a esclarecer con más profundidad su posición dentro de esta trilogía.

La figura de Eufemie representa a la mujer justa y sabia. Su imagen se construye, desde el comienzo, como la figura femenina medida. Ella es quien, en esta tríada, reúne las características de la sabiduría, la mesura y la inteligencia. Dueña de una voz utilizada con un fin en particular, Eufemie responde al modelo de la mujer que puede manejar su voz como instrumento para alcanzar sus metas.

Desde el punto de vista estructural, resulta sobresaliente el episodio de cortejo entre Cador y Eufemie. Incluido en la prehistoria de Silence, muestra las características principales de esta figura femenina y la correspondencia entre el orden personal y el orden social.

Siguiendo un motivo reconocible, Eufemie representa la mujer que debe hallar las palabras exactas y el justo uso de su voz, para poder comunicarse con el hombre al que desea. En su sufrimiento de amor exclama:

“Ni la sabiduría ni el ingenio pueden ayudarme; a otros les resuelvo sus dolores con medicinas, pero mis artes curativas de nada me ayudan.” (LS: 19[iii])

Ella puede curar a Cador, pero no puede sanar su sufrimiento personal, hasta no hallar las palabras justas. Sólo la utilización correcta de las palabras puede sanar su sufrimiento.

Eufemie experimenta momentos de ambigüedad que expresan el quiebre de la armonía entre orden personal y social, pero son rápidamente dejados de lado, siempre resaltando su capacidad para aprender.

Su figura está construida textualmente como la de una compañera justa, particularmente a partir del plan que Cador, su esposo, traza para esconder el sexo de su hija. Eufemie acepta el proyecto de su esposo, aunque ello implique la oposición al orden personal de su hija. La integración al orden social para poder perpetuar la herencia está valorada por encima del orden personal.

La imagen de Eufemie se construye en torno a su capacidad de decir y tomar decisiones acordes con la voluntad de Cador. Ejemplo de eso está expresado textualmente, en voz del narrador:

“(...)cosa que era muy astuta por su parte, pues había aprendido muy rápidamente a seguir el engaño.” (LS: 45)

Eufemie contribuye a la construcción del universo femenino desde el punto de vista de la mujer amante, justa e ingeniosa, que utiliza su voz positivamente. El engaño es construido para preservar el orden social. Su utilización de la voz y del engaño no está vista de manera negativa por parte del narrador, ya que responde a la obediencia de la voz masculina que le es impuesta. Desde el punto de su unión con Cador, Eufemie pierde su voz propia, uniéndose, de esa manera, a la voz masculina. Se identifica su comportamiento con la pasividad absoluta esperable dentro del ideal femenino.

Otro de los vértices de esta trilogía es la figura de la Reina Eufeme, construida en torno a intrigas y máscaras.

Presentada como modelo de la mujer excesiva, responde a la concepción de lo femenino que promulga la misoginia de la cultura eclesiástica oficial[iv]. Su rol es fundamental en el desarrollo de las ambigüedades de Silence, ya que instiga y trama artificios en su contra. Arquetipo de la mujer desleal, sus estrategias y simulacros están elaborados textualmente de forma extensa.

Las marcas textuales de la desarticulación entre orden personal y social son clave en la construcción del universo femenino desde una visión negativa. Su comportamiento dual y conflictivo indica sus características negativas. Sus atributos resultan enriquecedores para analizar la misoginia cultural existente en la literatura medieval, reflejo de la cultura eclesiástica que se extiende a diversas manifestaciones artísticas.

La Reina Eufeme es presentada al principio del relato como integradora del orden y objeto de intercambio para restablecer la paz entre dos pueblos en guerra:

“(...) el más sensato de los nobles pensó en sugerir que Ebain, en quien habían encontrado un terrible enemigo, y la hija del rey Begón se unieran en matrimonio. La hija de Begón se llamaba Eufeme, y era la más bella joya de cuantas había visto el mundo.” (LS: 6)

En ese primer suceso, Eufeme tiene la capacidad de manejar su voz como es esperable, para contribuir a la integración del orden social.:

“Cuando la vio, la saludó caballerosamente; ella le devolvió el saludo con cortesía, lo que agradó mucho al rey.” (LS: 6)

Eufeme puede ser asociada, en el comienzo del relato, con la imagen de la mujer que establecen las relaciones de tipo feudal, al ser entregada, casi como un objeto, para sellar la paz entre dos pueblos.

Cuando vuelve a aparecer en el texto, ya hacia la segunda mitad del relato, su imagen realiza un cambio brusco, y es presentada textualmente sobre la base de sus intrigas y máscaras. Cuando declara su amor a Silence, y se siente rechazada por quien ella cree un hombre, su actitud es clara:

“A partir de ese momento, la dama intrigaría y trataría de destruirlo.” (LS: 82)

“La dama pensaba sin cesar en qué modo podría perjudicar al joven.” (LS: 83)

Sus características negativas son expresadas textualmente en voz del narrador:

“(...) la maldad de la reina no tenía límites: era una mujer llena de perversidad, arrogancia y perfidia; siempre había sido muy cruel y deshonesta, había prometido poco, dado menos y se había pervertido de forma vil.” (LS:135)

Su participación directa en la trama permite analizar la oposición al orden social. A través de la construcción de sus intrigas, el relato se desarrolla hasta su nudo de conflicto principal: las estrategias para destruir a Silence cuando se siente rechazada, el conflicto interno que desata en Silence a partir de su declaración de amor, la deslealtad al Rey, la aparición de Merlín[v].

Eufeme representa la lujuria, la verborragia, y la coincidencia de sentimientos extremos:

“Antes, lo amaba más que a nadie, ahora lo odia más allá de toda medida, porque una mujer no se cansa nunca de cambiar sentimientos. Puede odiar al hombre que más ama, tenga razón para ello o no.” (LS: 82)

Mediante el uso de construcciones verbales contrapuestas, el narrador resalta los comportamientos extremos de Eufeme. Dentro de la trilogía que plantea este trabajo, Eufeme es el vértice que concentra las peculiaridades negativas del universo femenino.

Resulta clarificador contraponer dos construcciones similares, que representan la posición de la reina, dentro de la integración social. En ocasión de la entrega de Eufemie como objeto de paz, el narrador comenta:

“Nadie se opuso a ello, porque pensaron que sería un gran alivio y un descanso en la guerra.” (LS: 7)

En cambio, cuando se decide su destino y es condenada a muerte, la postura del narrador es divergente:

“Nadie se compadecía del destino de Eufeme.” (LS: 137)

Estas dos citas muestran claramente su transformación dentro del texto, y la carga negativa que representa luego de ser descubierto su engaño al rey.

Silence, por último, ofrece una extensa riqueza textual para analizar las diferencias entre el orden personal y el orden público, ya que es construida como una figura ambigua. Dice el narrador: “Todo lo que se podía ver era ciertamente masculino. Pero había harina en el cubo de agua: era mujer bajo la ropa.” (LS: 53) Sus dualidades son presentadas a lo largo de la obra, en especial su debate interno sobre su naturaleza y la importancia de la educación y la construcción social de su persona.

Ser femenino por su naturaleza, es criada como hombre, para poder integrar su condición sexual al orden social. Sobre este punto, comenta Peter Allen:

“Silence es nombrada para ocultar su identidad, para conformar la preferencia del rey Ebain de los hombres por sobre las mujeres.” (1989: 107. La traducción es mía.)

La dualidad de Silence se hace manifiesta a lo largo del texto, pero en dos episodios en particular, con características propias: el episodio en el cual se textualiza la discusión entre Naturaleza y Educación[vi] (vv. 2439-2586), y el episodio en el cual la reina confiesa su amor a Silence, sin obtener respuesta positiva.

En el primer episodio, al comprender su situación y la estrategia tramada para esconder su sexualidad, Silence razona sobre ello. El debate interno se produce vinculado con la imposición social de oponerse al orden natural. El narrador comenta:

“Silence estaba muy molesto al comportarse de ese modo, pues su corazón le decía que estaba ocultando la verdad.” (LS: 53)

Este episodio deja en evidencia el proceso mediante el cual Silence se debate entre el orden personal y el orden social:

“Estaba tan habituado a las costumbres masculinas y había rechazado de tal modo las de mujer, que poco le faltaba para ser hombre.” (LS: 53)

Consciente de la desvinculación entre el orden personal y el social, experimenta una dualidad, que en el texto se expresa mediante distintos recursos. Un ejemplo de esta representación textual de la ambigüedad es la utilización de la palabra criatura[vii], que vale tanto para masculino como para femenino, para referirse a Silence en su infancia, o los ambiguos usos del género al referirse a Silence. También se hallan estructuras que demuestran esa ambigüedad:

“El joven, que era doncella, estaba pasando un momento difícil(...)” (LS: 80)

“Ni este muchacho, que era doncella, quería explicar su situación y revelar la verdad acerca de su naturaleza, pues entonces perdería su herencia.” (LS: 82)

Las máscaras que desarrolla para esconder su naturaleza, están justificadas por su necesidad de integrarse al orden social, debido a la ley del Rey Ebain respecto de la prohibición de las mujeres de recibir herencia. Ese ocultamiento se relaciona fuertemente con la oposición al orden personal. Su dualidad sobre cómo comportarse es funcional al texto y a la construcción del universo femenino.

La oposición y ambigüedad tomarán distintos matices, que conducen a una mayor aceptación o no de su condición dual:

“¡Soy yo! Sólo tengo la ropa, el semblante y el color moreno que me dan apariencia de hombre.” (LS: 77)

Su figura está construida en torno a esos matices ambiguos. En ocasión de una arenga guerrera, el narrador comenta:

Silence les dirigió la palabra como hombre prudente.” (LS: 111)

A pesar de las dualidades internas y externas, su comportamiento adquiere características y atributos masculinos. Su rol social como hombre no es cuestionado en sociedad, hasta que Merlín descubre la verdad.

En el episodio principal con Eufeme, relativo a la declaración de amor de la Reina a Silence y su negación, Silence debate internamente su situación, y la imposibilidad de dar a conocer su verdad:

“Entonces perdería mi secreto, el honor de mi padre y mi herencia. Estoy segura de que la reina sería castigada y deshonrada.” (LS: 87)

Su dualidad se diluye, en la voz del narrador:

“Silence no se arrepentía de su modo de vida, pues se encontraba muy a gusto.” (LS: 107)

En determinados momentos del relato, Silence parece asumir plenamente su rol masculino, destacando las posibilidades que ello le representa en el conjunto social.

Su femineidad se esquematiza en torno a lo oculto, a no que no debe ser develado. Así le aconseja su padre:

“Ahora sabéis toda la historia, hijo; si estimáis el honor, ocultaréis vuestra naturaleza a todos.” (LS: 52)

Los atributos femeninos de Silence están condicionados por aquello que debe permanecer en silencio. Su condición natural se indica como la verdad oculta:

“ – Escucha, Silence, esa ropa que vistes y esa cara morena hacen que la gente crea que eres varón, pero lo que tienes bajo la ropa no tiene nada que ver con eso.” (LS: 60)

El siguiente fragmento, relativo a la actuación guerrera de Silence en los torneos, enumera de forma concisa los elementos femeninos (debilidad, ternura, delicadeza) y los masculinos (semblante, porte). Silence puede apreciarse en la totalidad de su dualidad:

“Más de un caballero desarzonado por Silence se hubiera avergonzado, si hubiera abatido a Silence – y, por tanto, descubierto la verdad -, al ver que una débil, tierna y delicada mujer, que llevaba ropas de hombre y que tenía semblante y porte masculinos, lo pusiera haber derribado con su lanza.” (LS: 107)

La construcción de Silence completa la trilogía de seres femeninos. La formulación de sus ambigüedades se relaciona con la posibilidad de observar las estrategias textuales que construyen su imagen, y su peculiar participación dentro del universo femenino.

La observación de Cador acerca del comportamiento general de las mujeres impregna en el fondo todo el texto, y resulta la base principal de este trabajo:

“Sí, la mujer siempre ha sido igual: nunca hace lo mejor; considera que su voluntad es su razón y siempre busca una oportunidad para deshonrarse. Ejerce su voluntad contra naturaleza, razón y costumbre.” (LS:16)

La imagen de Silence está cimentada en la mujer que, pese a sus dificultades, puede establecer un orden personal sensato e inteligente, aunque en constante conflicto, debido al quiebre entre orden personal y orden social.

Sobre la recepción positiva que tiene su figura dentro del texto, se puede leer una última consideración del Rey, mediante la cual perdona a Silence:

“Silence, eres muy leal. Tu lealtad es más valiosa que mi realeza, pues no hay joya más preciosa ni mayor tesoro que una buena mujer.” (LS:137)

El final del relato expone el destino de estas tres figuras femeninas. Silence y Eufemie, quienes han sido vistas de manera positiva a lo largo del relato, logran un equilibrio positivo entre el orden personal y el orden social: Silence es presentada como mujer, y unida en matrimonio con el Rey Ebain. Su madre, Eufemie, logra ver la plenitud de su hija. A su vez, el Rey restituye a las mujeres la posibilidad de heredar, en regalo a Silence por su lealtad. La Reina Eufeme, por su parte, es condenada por el Rey cuando se descubren sus engaños y descuartizada.

La exposición de las principales características de estas figuras femeninas presenta el tema de la oposición e integración al orden, a partir de la fragmentación del orden social y personal. Las figuras de Eufemie, Eufeme y Silence se elaboran textualmente para brindar una visión amplia sobre la consideración positiva y negativa del comportamiento femenino y del rol de las mujeres en la sociedad medieval. Prueba de ello, resulta la estimación final que realiza el narrador sobre las mujeres del texto:

“La mujer tiene menos posibilidades de ser buena que mala. (...) Las buenas mujeres no deben ofenderse, ni cargar sobre sí la censura ajena, sino que deben esforzarse en obrar cada vez mejor.” (LS: 138)

Cada una de las mujeres responde a un modelo femenino. Entrelazando estas cualidades, es posible abarcar de forma completa el horizonte textual del universo femenino dentro del Libro de Silence.

Este trabajo pretendió abarcar a las tres figuras femeninas de este texto desde el punto de vista de la integración y oposición al orden, para continuar, de este modo, el análisis sobre el rol femenino en la literatura europea medieval.

NOTAS



[i] Eufeme: Eu = expresión equivalente a “Ay de mí.”

Feme = mujer.

Eufeme se construye, desde la etimología, como el equivalente al sufrimiento causado por la mujer.

Eufemie: del griego εύφημέω = decir palabras de buen agüero, hablar con piedad, callar, guardar religioso silencio.

La imagen de Eufemie, desde la etimología de su nombre se puede relacionar tanto con aquella que puede hablar con exactitud, y callar cuando es necesario.

[ii] LS: HELDRIS DE CORNUALLES, El Libro de Silence, ed. de Benaim Lasry, Madrid: Siruela, 1986.

[iii] Las bastardillas son mías. Así lo serán a lo largo del trabajo, salvo indicaciones.

[iv] Véase al respecto D’Alverny, Marie-Thérèse, “Comment les théologiens et les philosophes voient la Femme”, en Cahiers de Civilisation médiévale, XX, 1977.

[v] Sobre el comportamiento de Eufeme, el artículo “When Silence was Golden: Female personae in the Roman de Silence”, de Kathleen F. Brahney, indica:

“La Reina Eufeme, anteriormente descripta como la joya más bella del mundo, muestra ser lujuriosa, engañosa, y sedienta de venganza para calmar su orgullo lastimado.” (1985: 59. La traducción es mía.)

[vi] Naturaleza y Educación son presentados como personajes alegóricos, y discuten, en presencia de Razón, acerca de las posibilidades de crianza y desarrollo de Silence.

[vii] En la versión original, el término utilizado es enfant. Véase Silence. A Thirteenth-Century French Romance. Newly edited and translated with Introduction and Notes by Sarah Roche-Mahdi, Michigan State University Press, 1999.

BIBLIOGRAFÍA

  • ALLEN, P. , “The Ambiguity of Silence: Gender, Writing and the Romance of Silence”, en Julian N. Wasserman & Louis Roney (eds.), Sign, Sentence, Discourse. Language in Medieval Thought and Literature, Syracuse (N.Y.), Syracuse University Press, 1989, pp. 98-112.
  • BENKOV, E. Joyce, “Language and Women. From Silence to Speech”, en Julian N. Wasserman & Louis Roney (eds.), Sign, Sentence, Discourse. Language in Medieval Thought and Literature, Syracuse (N.Y.), Syracuse University Press, 1989, pp. 245-265.
  • BRAHNEY, K.J., “When Silence was Golden. Female personae in the Romance of Silence”, en Glyn Burgess & Robert A. Taylor (eds.), The Spirit of the Court. Selected Proceedings of the 4th Congress of the International Courtly Literature Society (Toronto, 1983), Cambridge: D. S. Brewer, 1985, pp.52-61.
  • HELDRIS DE CORNUALLES, El Libro de Silence, ed. de Benaim Lasry, Madrid: Siruela, 1986.
  • RÉGNIER-BÖHLER, D., “Femme / Faute / Fantasme”, en La condición de la mujer en la Edad Media. Actas del Coloquio celebrado en la Casa de Velásquez del 5 al 7 de noviembre de 1984, Madrid: Universidad Complutense, 1986.

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