domingo, 9 de noviembre de 2008

¿El cuento del grial o la novela de Perceval?: apuntes sobre lo (no) maravilloso en el roman de Chrétien de Troyes - Luciana Cordo Russo

En el presente trabajo me propongo analizar dos escenas de Li contes del graal o Le roman de Perceval como aproximación al estudio de los motivos maravillosos del relato. Me interesa sobre todo dar cuenta de la funcionalidad de los objetos, espacios y percepciones asociados con este ámbito. El análisis parte fundamentalmente de la noción de lo maravilloso de Le Goff (1999) en tanto universo de animales, plantas, seres y espacios. Es importante subrayar aquí el parentesco etimológico del latín mirabilia ligado a una raíz mir- que connota lo visual, puesto que el topos de lo maravilloso – como aparición de alguna forma lexical de mervoille - se asocia a la percepción y de esta forma funciona en el texto. Es decir, la maravilla se asocia sobre todo con algo visto: la belleza de la dama, lo inesperado, lo que causa sorpresa (Ferlampin-Acher:2003).

En primer lugar, es necesario precisar algunas particularidades del relato de Chrétien de Troyes. En cuanto a la fecha de redacción, comprende un período calculado entre los años 1182 y 1190 (Zink: 2002), momento en que el autor se pone al servicio del conde de Flandes. Es precisamente a éste, Felipe de Alsacia – primo de María de Champagne, inspiradora e interlocutora esencial de Lancelot – a quien está dedicado este texto, “el mejor cuento / que haya sido contado en corte real (vv. 63, 65).

El dispositivo de marco témporo-espacial del relato lo distingue también del resto de los romans de Chrétien: no comienza un día de Pentecostés en la corte del rey Arturo sino que se sitúa en los dominios de la madre del joven Perceval, la “veve dame / de la Gaste Forest soutainne” (vv.74-75: dama viuda del desierto bosque solitario), en primavera. La historia se articula en dos partes, en un proceso de aprendizaje y perfeccionamiento del héroe (Menard: 1998): frente a una falta o pérdida, parte de su lugar de origen y luego de una serie de obstáculos resuelve el problema inicial. Sin embargo, presenta dos peculiaridades: el texto está inconcluso, presumiblemente por la muerte del autor; y se desdobla, hacia los dos tercios de la historia, en las aventuras de Gauvain, simultáneas al recorrido de Perceval. Encontramos, pues, un héroe desplazado. El primer tramo del relato conduce a Perceval hacia el reconocimiento de su familia y el descubrimiento de su identidad. El segundo tramo, inacabado, se abre a partir de su estadía en el castillo del Rey Pescador y de la mayor falta de Perceval, aquélla que lo llevará a una búsqueda incansable y a su posterior penitencia: su silencio frente a la Lanza que Sangra y el Graal, esto es, la ausencia de las dos preguntas fundamentales.

Por otro lado, Perceval es un protagonista bastante especial dentro del universo artúrico: en la primera parte del relato lo llaman “loco” (v.1171), “salvaje” e “insensato” (vv. 973-974), tonto como bestia (v. 242); todos estos apelativos se basan en comportamientos ridículos, rudos e incluso ingenuos. Además, desconoce su identidad, incluso su nombre:

3559 Et cil qui son non ne savoir y el que su nombre no sabía

3560 devine et dit que il avoit adivinó y dijo que tenía

3561 Percevax li Galois a non, Perceval el Gales por nombre

3562 et ne set s'il dit voir ou non; y no sabe si dice verdad o no

Su madre lo ha mantenido alejado del mundo civilizado, es decir, la corte de Arturo y el código de caballería, en un intento por apartarlo del trágico destino familiar. Al respecto, antes de la partida de Perceval, le afirma que procede de un alto linaje de caballeros, pero que su padre fue herido – nunca sabremos por quién exactamente - entre las caderas quedando minusválido. A la muerte de Uther Pendragon perdió sus tierras y riquezas: en extrema pobreza, se mudó a su reserva del Bosque Desierto. Posteriormente, sus dos hijos mayores fueron armados caballeros y salieron de aventuras, muriendo tempranamente y provocando, así, la muerte del padre.

El problema del linaje y del territorio es fundamental en el relato. Luego de plantear las dos escenas que analizaremos, esbozaré la relación entre la Terre Gaste y el Graal en tanto dinámica textual en la búsqueda de la restauración, que no es otra que la misión de Perceval. Parece, entonces, que lo maravilloso también está desplazado, como su héroe.

La primera escena, que involucra la aparición del Graal, acontece en el castillo del Rey Pescador. Perceval viene de salvar el reino de Blancaflor y se topa con un río de “agua rápida y profunda” (v.2980) que no puede atravesar porque no hay puente. Este elemento, marca de pasaje entre el mundo de lo real y el mundo-otro, parece advertir sobre el carácter no-maravilloso de la siguiente aventura, ya que Perceval nunca lo cruzará. En el río se encuentra con un Pescador quien lo invita a hospedarse en su casa, en un valle cercano, cerca del río y del bosque. Perceval se encamina hacia allí, pero “no ve más que cielo y tierra” (v. 3033) y se interroga: “¿Qué he venido a buscar?” (v. 3034). Es en ese momento cuando empieza a ver las torres del castillo.

Dentro del castillo es recibido por un anciano de mala salud, que no puede moverse. Antes de cenar,

“Mientras hablaban de estas y otras cosas, / un joven salió de una habitación, / llevando una lanza blanca / empuñada por el medio. / Pasó por delante del fuego / donde ellos estaban sentados, / y todos aquellos que estaban allí veían / la lanza blanca y el brillo blanco de su hierro. / Salía una gota de sangre / del hierro de la lanza, de la punta, / y hasta la mano del joven / corría esta gota bermeja. / El joven [Perceval] vio esa MARAVILLA (…) Otros dos jóvenes entraron entonces / llevando en sus manos candelabros / de oro puro (…) Un Graal entre sus dos manos / una damisela tenía / y con los jóvenes avanzaba / bella, graciosa, elegantemente vestida (…) El Graal que iba adelante [nótese que el graal parece desplazarse solo] / era del oro más puro. / Piedras preciosas de toda clase / estaban engarzadas en el Graal…” (vv. 3178-3223, pp. 620-621 de la edición que manejo).

En esta atmósfera de luz, producida por la lanza y los candelabros, Perceval ve pasar una y otra vez este Graal, objeto de gran valor. No obstante, permanece en silencio: no inquiere sobre el sentido y significado de esta procesión recordando los consejos del vavasseur Gornemant, quien le ha enseñado que no debe hablar en demasía para evitar la descortesía.

La segunda escena es la siguiente:

“La oca estaba herida en el cuello / sangró tres gotas de sangre, / que se derramaron sobre el blanco [de la nieve]. (…) Y Perceval vio la nieve que estaba pisada / allí en donde se había acostado la oca, / y la sangre que aparecía alrededor. / Se apoyó sobre su lanza / para contemplar esta SEMBLANCE [semblante / apariencia] / pues la sangre y la nieve juntas se parecen al fresco color que hay en el rostro de su amiga [Blancaflor]. Y piensa tanto que se olvida de sí mismo. / Parecido era sobre su rostro este toque de bermejo, / dispuesto sobre el blanco, / a lo que eran esas tres gotas de sangre / aparecidas sobre la nieve blanca” (vv. 4164-4184).

La relación entre las dos escenas se encuentra fuertemente sugerida por el contraste de los colores: rojo sobre blanco, la sangre sobre la nieve, la sangre de la lanza, el pigmento rojizo de las mejillas de Blancaflor sobre su rostro inmaculado. Además, el mutismo de Perceval: en ambos casos se deja envolver por lo que ve y vuelve en sí mismo muy tarde, ya sea para hacer las preguntas indicadas sobre el Graal y la Lanza como para conversar con los caballeros de la corte de Arturo antes de darles muerte. Esta merveille de los rojo sobre lo blanco vincula el cortejo misterioso con el rostro de la amada de forma tal que éste se convierte en su semblance (Mela: 1977, 270). Parece, entonces, que los ojos de Perceval estuvieran acostumbrados a ver lo invisible, en una suerte de percepción desviada: la imagen de su amada se reconstruye sobre una nieve que se está derritiendo, y que evoca la lanza ausente. Asimismo, las escenas son motivaciones fuertes para la continuación de la acción: la primera, en tanto representa el motor de las aventuras posteriores de Perceval; y la segunda, en tanto permite el encuentro con la corte del rey Arturo. La amada representa también la perpetuación del linaje. En ambas situaciones, la Lanza, el Graal, la imagen en la nieve, son todos signos que no tienen sentido pero que invaden y llenan los sentidos de Perceval. La novela progresa a través de la repetición, no sólo de estos signos sino que todo parece interpelar a Perceval para que se vuelva consciente: tanto la prima como la doncella fea insisten sobre la herida del Rey Pescador – quien, como el padre de Perceval, fue herido en la cadera- que le impide montar a caballo y cazar. Es decir, el rey se encuentra imposibilitado de cumplir su rol como señor de la tierra y caballero. Sus discursos adquieren la forma del reproche por la falta del cuestionamiento, situación que traerá la peor desgracia: el rey sin tierra y sin curación, las mujeres que pierden a sus maridos, las tierras arruinadas, jóvenes huérfanas.

Estas dos escenas me permiten plantear algunas cuestiones en torno de lo maravilloso pero también instauran la dinámica que Howard Bloch (1980) denomina escasez y abundancia, que en nuestro caso se expresa a través de la Tierra devastada y el Graal o la Mesa Redonda. Bloch plantea que la tierra desolada se asocia con una crisis del linaje y del orden social establecido, producto de un acto de violencia que demanda una venganza que restaurará la paz en el reino y, de este modo, la reactivación económico-social. Estas ideas constituyen una clave muy interesante de lectura del texto: no sólo hay una fuerte asociación entre la discapacidad del Rey del Graal y la infertilidad de su reino (como la del territorio de Perceval y su familia) sino que además implica que esta situación debe ser reparada y el relato avanza en esta dirección.

El sentido simbólico de la selva desierta en el roman es más amplio, puesto que Perceval no solo se cría en la Fôret Desert sino que se encuentra con su tío el eremita en un espacio análogo (corresponde al principio y al fin de las aventuras de Perceval). El bosque y el desierto son espacios marginales y ambivalentes, a un tiempo peligrosos y salvajes y, a otro tiempo, deseables y productivos, lugar de retiro y recogimiento de monjes santos. Perceval no es un hombre salvaje, “pero su itinerario de iniciación y de prueba está marcado por pasos en el bosque que son otras tantas fases de recogimiento y del vagar en la soledad o la aventura” (Le Goff: 1999, 37). Pensemos en todos los bosques que atraviesa nuestro héroe. Incluso la ubicación del castillo del Graal es próxima a un bosque. Es parte de lo que podemos denominar la “topografía de lo maravilloso” en cuanto al plus simbólico adosado a la geografía, y la circunscripción de este universo en fronteras delimitadas. En la soledad del bosque-desierto, la revelación del eremita comporta la penitencia por las faltas cometidas - como ocurre de forma similar en Yvain-

El carácter inconcluso del texto ha permitido una resignificación del motivo del Graal en términos cristianos, lectura que se proyecta desde las múltiples continuaciones en prosa hacia el texto de Chrétien. La discusión en torno a los orígenes célticos o cristianos del motivo ha suscitado una profusa bibliografía, tanto a favor como en contra. Los que apoyan la tesis céltica ven estos objetos como talismanes célticos: el Graal es un plato profundo que recoge la tradición del caldero de la abundancia del dios irlandés Dagda y, la lanza, el arma de Lug Brazo Largo (Guyonvarc’h, Le Roux: 1990, 164, 202, variaciones en Loomis: 1956). Por el contrario, los que sostienen el sentido cristiano asocian la procesión del Graal con la liturgia de la misa: el Graal es el cáliz de la sangre de Cristo, la lanza es la de su pasión, y la bandeja de plata es una patena; todo ello además vinculado con las palabras del eremita, quien le dice a Perceval que lo que transporta el Graal es una hostia, fuente de vida del viejo rey. En el estado actual de cosas, la tesis céltica no deja de presentar argumentos sólidos no tanto en su favor cuanto en contra de la otra postura[1]. En principio, la asociación de Graal con cáliz de forma explícita se da en las continuaciones y no en Chrétien. En éste, el término parece designar un plato más que una copa[2]. Por otro lado, en la misma escena en Peredur (la contrapartida galesa, con la que se entiende que comparte una fuente común) el Graal transporta una cabeza ensangrentada, que termina siendo la de un primo de Peredur, que éste debe vengar - nada más lejos de un cáliz. Por otra parte, las dos veces que Perceval describe el Graal (en la conversación con su prima germánica y luego con su tío eremita) lo hace en términos seculares, sin matices cristianos (Brown: 1926). En este sentido, la lanza se puede relacionar con el arma con que hirieron al Rey Pescador, que sangra cada vez que pasa cerca de su víctima[3] y, por lo tanto, con la propia misión de Perceval. Con todo, parece más productivo que nos preguntemos sobre el funcionamiento interno de estos elementos. Es decir, si hay resignificación de motivos preexistentes, como sabemos que hay en los romans de Chrétien, debemos ver cómo operan en la lógica de la aventura caballeresca.

Ferlampin-Acher (2003) propone que en Perceval la experiencia maravillosa se encuentra cifrada en el VOIR et SAVOIR, esto es, en el ver y en el saber. Se nos presenta una discordancia entre lo que se ve y lo que se sabe, que comporta todo un cuestionamiento sobre la capacidad de percepción de nuestro héroe y sus modos de interpretar hechos y discursos; es la percepción desviada, ya apuntada, en torno de la imagen en la nieve. ¿Qué es, en definitiva, lo que ve y oye Perceval? Este problema se plantea ya desde el comienzo del relato. En la escena de encuentro con los caballeros, se produce un “dialogo entre sordos”: el caballero pregunta, pero Perceval no escucha sino que indaga, a su vez, sobre cada una de las partes del armamento y vestiduras del hombre. Agudamente, Ferlampin-Acher señala la respuesta de uno de estos caballeros anónimos: “El no responde (…) pero por todo eso que el VE, demanda cuál es su nombre y qué es lo que hace” (vv.236-239). Si hubiera prestado la debida atención, si hubiera escuchado, Perceval hubiera resuelto el problema del Graal: la clave es preguntar sobre lo que se ve. Hay que insistirle: Perceval no ve, no escucha, pierde la memoria. Es necesario que aprenda, incluso a dominar la palabra.

La doble pregunta, a saber, ¿por qué sangra la lanza? y ¿a quién sirve el Graal? supone descubrir la tarea del héroe liberador. La primera da cuenta de la desgracia que se ha abatido sobre su propio linaje con la herida incurable del rey. La segunda le enseña la identidad del viejo rey, quien no es otro que su tío materno. En esta misma línea encuentra sentido el regalo de la espada, que ocurre en la escena previa al banquete y la aparición del Graal. Esta espada debe servir a Perceval para combatir al malvado caballero culpable de la herida de su tío y de la amenaza al reino (Menard: 1998). De este modo, la venganza restituirá el estado de abundancia por sobre el de la escasez.

No obstante, el texto no resuelve los enigmas que plantea. No parece haber modo de explicar la relación entre la Lanza que Sangra y la Lanza que destruirá el reino de Logres. O por qué el rey de Escavalon le pide a Gauvain que le traiga la Lanza que Sangra como compensación por la muerte de su padre y el cortejo de su hermana. Lo mismo con el Graal y su importancia dentro del relato: no es posible decidir si es un talismán mágico o un objeto sagrado, pero el acento parece estar puesto más sobre el viejo rey que sobre este elemento. De todas formas, la tensión se mantiene por cuanto el nombre de Perceval sugiere, nuevamente, la idea de su destino: percer le val (traspasar / penetrar), percer el secreto del valle (Méla: 1977, 260). En este sentido, el cuento del grial no puede ser otro que la novela de Perceval.

Parece que he hablado poco de los motivos maravillosos en Le contes del Graal. Pero, en verdad, he intentado plantear el desplazamiento de estos como manifestaciones de la problemática de estirpe y territorio. En la reapropiación de los motivos del Graal y de la Lanza, estos están dispuestos como signos que Perceval debe interpretar en relación con su linaje y la restauración del orden. No importa el Graal en sí, sino a quién alimenta. Lo maravilloso más vinculado con la lógica de la aventura está presente en el relato protagonizado por Gauvain: es el caso del Lecho Maravilloso y los encantamientos de la sala del castillo de las reinas. En este sentido, pareceríamos estar en presencia de una suerte de fase final de un proceso de reescritura y resignificación de sustratos previos de diversa índole (cristianos o célticos). El mundo de seres y objetos maravillosos está muy acotado en las aventuras de Perceval. Es preciso, entonces, preguntarse qué significa esto. El universo artúrico se encuentra desvalorizado: por caso, el héroe tiene que vengar una afrenta que no conoce para poder desposar a la dama, situación postergada en el relato. De igual manera, el mismo Arturo ocupa una posición degradada: cuando Perceval llega a su corte para convertirse en caballero, falla en reconocerlo porque Arturo está disminuido, abismado en preocupaciones, caviloso, pensativo y mudo. No ha logrado resolver el problema del Caballero Vermeil de la Fôret de Guingeroi, y vengar la deshonra cometida contra la reina. Tampoco puede controlar a sus propios caballeros, como Keu. Y tampoco lo arma caballero, ya que es Perceval mismo el que se consigue las armas y nunca participa de la ceremonia de investidura (que sí tenemos en otros romans).

Por último, quisiera notar que es muy sugestivo el modo en que los reyes “viejos” están puestos en el lugar de la pérdida o degradación: ocurre con Arturo, el rey del castillo del Graal, incluso el anterior rey de Escavalon y el propio padre muerto de Perceval. Son los jóvenes los que están tomando control – o deben hacerlo –sobre los reinos. Li contes del Graal involucra una evolución progresiva del héroe: desde el aislamiento y la soledad, sin nombre y sin familia, las aventuras y el destino lo conducen hacia el descubrimiento de su identidad y su linaje, esto es, de la escasez a la abundancia. Es un linaje glorioso pero al mismo tiempo lleno de desgracias en torno de la figura del rey inválido y sin hijos, incapaz de defenderse contra las amenazas. Creo que habría que preguntarse, entonces, de qué modo funcionó este roman en el momento histórico de su escritura; y de qué manera impacta la figura del Conde de Flandes sobre la escritura misma. Con todo, continuar preguntándose sobre el entramado histórico-socio-literario de Li contes del Graal.

Textos fuente

Chrétien de Troyes, Le conte du Graal ou Le Roman de Perceval, traducción y notas de Charles Méla con la colaboración de Catherine Blons-Pierre, París, Le Livre de Poche, 2006, introducción de Michel Zink.

--- Perceval, "DÉCT: Dictionnaire Électronique de Chrétien de Troyes, http://www.atilf.fr/dect, LFA/Université d'Ottawa ATILF/Nancy Université".

“Peredur son of Efrawg”, The Mabinogion, ed. Jones y Jones, Londres, Everyman's Library, 1949, reed. de 2001 con prefacio de John Updike.

Bibliografía citada

Bloch, R. Howard, “Wasteland and Round Table: the historical significance of myths of dearth and plenty in old French Romance”, New Literary History, Vol. 11, No. 2, Literature/History/Social Action (Winter, 1980), pp. 255-276.

Brown, Arthur, “Did Chrétien identify the Grail with the Mass?”, Modern Language Notes, vol. 41, Nro. 4, Abril 1926, pp. 226-233.

Ferlampin-Acher, Christine, Merveilles et topiques merveilleuse dans les romans médiévaux, París, Honoré Champion Editeur, 2003.

Guyonvarc’h, Christian, Le Roux, Françoise, La civilization celtique, Rennes, Editions Ouest-France, 1990.

Le Goff, Jacques, Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente medieval, Barcelona, Gedisa, 1999.

Loomis, Roger, “The Grail Story of Chrétien de Troyes as Ritual and Symbolism”, PMLA, Vol. 71, No. 4. (Sep., 1956), pp. 840-852.

Méla, Charles, Lowe, Catherine, “Perceval”, Yale French Studies, No. 55/56, Literature and Psychoanalysis. The Question of reading: otherwise, 1977, pp.253-279.

Ménard, Philippe, “Problèmes et mystères du conte du graal” en Polyphonie du Graal, ed. Denis Hüe, Orléans, Paradigme, 1998, consultado en http://membres.lycos.fr/mcluciani.



[1] Diversos autores han propuesto, por ejemplo, que el término que refiere a la hostia es una interpolación de un escriba (Brown: 1926), o que es una mala interpretación (Loomis: 1956). Brown también advierte sobre las aseveraciones tan rígidas de los académicos a pesar de no contar con trabajos exhaustivos sobre los distintos manuscritos.

[2] El término aparece 23 veces en el relato. Una fuente latina, la Crónica de Hélinand de Froidmont (1205) explica que graal es “scutella lata et aliquantum profunda” (citado por Bloch: 1980, 263)

[3] En Yvain también vemos aparecer este mismo motivo, en el cuerpo del esposo de Laudine que comienza a sangrar cuando se acerca Yvain, su asesino.

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